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samedi 19 décembre 2015

El esplendido Adagio d'Alibinoni es una creación del musicólogo italiano Remo Giazotto



"El Adagio es una composición de 1945 del musicólogo italiano Remo Giazotto. Giazotto es especialmente conocido por su clasificación y catalogación de las obras de Albinoni. Cuando la Biblioteca Nacional de Dresde fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial, gran parte de la obra de Albinoni se perdió. Fue entonces cuando Giazotto dijo haber encontrado un fragmento manuscrito de 6 compases del compositor barroco, en el que se había basado para reconstruir este Adagio en sol menor. Sin embargo, investigaciones posteriores han revelado que tal manuscrito jamás existió y que la obra había sido compuesta enteramente por Giazotto. ¡Curiosamente, este autor contemporáneo en lugar de reclamarla, delegó la propiedad intelectual de su obra! Quizás Giazotto era consciente de que una obra así no tenía cabida en el repertorio “culto” contemporáneo y pretendía darla a conocer como barroca. En cualquier caso, el resultado de su estratagema es cuando menos paradójico: al final resulta que Albinoni es más conocido por la única obra de su catálogo que jamás compuso.

Contemporáneo o barroco, este magnífico Adagio ha pasado a formar parte de la cultura popular: se ha utilizado en numerosas películas, anuncios, programas y actuaciones de todo tipo. Se ha transcrito para otros instrumentos solistas, agrupaciones instrumentales o corales. Se han realizado adaptaciones a otros estilos musicales (The Doors, por ejemplo, utiliza el Adagio como fondo en su tema Feast of Friends, mientras Jim Morrison recita un poema, Yngwie J. Malmsteen se inspiró en él para componer su Icarus Dream Suite Op.4, Sarah Brightman le ha puesto incluso letra). Ha pasado, en definitiva, a formar parte de nuestra cultura y nuestra sensibilidad común, por encima de otras obras supuestamente más “contemporáneas”, que sin embargo, tan poco nos conmueven y tan poco nos representan."


                                          

jeudi 10 décembre 2015

«LA PRESSE EST EN TRAIN DE PASSER LES BORNES AVEC LES INFORMATIONS - 2 décembre 2010 - Par Miguel Oscar Menassa


Moi, il me semble qu’ils sont en train de passer les bornes avec les nouvelles, et que c’est ainsi que l’on enlève de l’importance aux nouvelles graves. Ils mélangent, en titres et en espace, les irrégularités des États-Unis qui, dans quelques cas, en arrivent à la torture illégale, aux assassinats et aux crimes de guerre, avec la bombe atomique de la Corée du Nord, la déroute du Real Madrid et le silence imposé à Mourinho parce que, en réalité, c’est une langue pendue.
Tout ceci mélangé avec les manœuvres antieuropéennes de l’Allemagne et de la France et tout ceci, je dis, mélangé et sans ingénuité avec ce que, en Argentine, les femmes consultent leurs maris sur le chemin à suivre.
Après tout, ce qu’est en train de faire les États-Unis contre la liberté, pourquoi est-ce mal que la Chine révise les contenus d’Internet ? Quand la Chine révise les contenus, il n’existe pas de liberté de presse dans ce pays ; quand les États-Unis génèrent une information pour en cacher d’autres et poursuit de manière implacable ceux qui suggèrent des informations contre eux, ils font un bien à la communauté internationale.
D’abord ils pourrissent le monde et ensuite ils rendent coupables de l’odeur à pourri des pays et des personnes qui ne sont pas en leur faveur.
La manœuvre du capitalisme pour cacher le mauvais et faire ressortir le bon a plus d’un siècle de vigueur, mais nous n’avions jamais atteint un niveau d’immoralité, de férocité et de manque d’éthique comme en ce moment.
J’insiste que les moyens de diffusion sont coupables aussi, en mélangeant le bon, le très bon, le mauvais et le pire ils font que le lecteur n’a que deux sorties : rejeter toute l’information, comme l’a fait la Chine, pour absurde, ou bien donner crédibilité à toute l’information, ce par quoi je perds toutes les limites entre le bon, le mauvais et le pire, et, par conséquent, je deviens fou, comme cela arrive à toute la société nord-américaine et à ses alliés européens, au moins la France, l’Allemagne et peut-être l’Angleterre.
Et maintenant une véritable nouvelle : la presse écrite perd des milliers d’euros journellement, des centaines de mille, et ils continuent à paraitre et ils continuent à dire des bêtises et ils continuent à tromper les habitants.
Ce n’est pas mal de se demander qui lave l’argent dans la presse écrite ? Le narcotrafic, la vente d’enfants, la prostitution infantile ou, directement, quelque banque ?
J’espère que vous passiez de très bonnes fêtes, douleur et honte pour tout le monde.


Le psychanalyste à la retraite
Miguel Oscar Menassa
Traduction Sylvie Lachaume


                                                                   
                                 Baile Flamenco - 65x81 cm - Miguel Oscar Menassa


                                     Les siècles à venir - 40x40 cm - Miguel Oscar Menassa 
  

                                    Naviguer pour naviguer - 50x40 cm - Miguel Oscar Menassa

                                              Peintures promotionnée par Sylvie Lachaume
                                                  sur : Miguel Oscar Menassa en Ibiza

dimanche 6 décembre 2015

ISIDORE DUCASSE – CONDE DE LAUTRÉAMONT: Los Cantos de Maldoror – Canto primero – 6



Hay que dejarse crecer las uñas durante quince días. Entonces, qué grato resulta arrebatar brutalmente de su lecho a un niño que aún no tiene vello sobre el labio superior y, con los ojos muy abiertos, hacer como si se le pasara suavemente la mano por la frente, llevando hacia atrás sus hermosos cabellos. Inmediatamente después, en el momento en que menos lo espera, hundir las largas uñas en su tierno pecho, pero evitando que muera, pues si muriera, no contaríamos más adelante con el aspecto de sus miserias. Luego se le sorbe la sangre lamiendo sus heridas, y durante ese tiempo, que debería tener la duración de la eternidad, el niño llora. No hay nada tan agradable como su sangre, obtenida del modo que acabo de referir, y bien caliente todavía, a no ser sus lágrimas, amargas como la sal. Hombre, ¿nunca has probado el sabor de tu sangre, cuando por accidente te has cortado un dedo? Es deliciosa, ¿no es cierto?, porque no tiene ningún sabor. Además, ¿no recuerdas el día que, en medio de lúgubres reflexiones, llevabas la mano formando una concavidad hasta tu rostro enfermizo empapado por algo que caía de tus ojos; la cual mano se dirigía luego fatalmente hacia la boca que bebía a largos sorbos, en esa copa trémula, como los dientes del alumno que mira de soslayo a aquel que nació para oprimirlo, las lágrimas? Son deliciosas, ¿no es cierto?, porque tienen el sabor del vinagre. Se dirían las lágrimas de la que ama apasionadamente; pero las lágrimas del niño dan más placer al paladar. El niño no traiciona pues todavía no conoce el mal, mientras la que ama apasionadamente acaba por traicionar, tarde o temprano… lo que adivino por analogía, aunque ignoro que son la amistad y el amor (y es probable que nunca los acepte, por lo menos de parte de la raza humana). Y ya que tu sangre y tus lágrimas no te disgustan, aliméntate, aliméntate con confianza de las lágrimas y de la sangre del adolescente. Tenle vendados los ojos mientras tú desgarras su carne palpitante; y después de haber oído por largas horas sus gritos sublimes, similares a los estertores penetrantes que lanzan en una batalla las gargantas de los heridos en agonía, te apartarás de pronto como un alud, y te precipitarás desde la habitación vecina, simulando acudir en su ayuda. Le soltarás las manos de venas y nervios hinchados, permitirás que vean nuevamente sus ojos despavoridos, y te pondrás a lamer otra vez sus lágrimas y su sangre. ¡Qué auténtico es entonces el arrepentimiento! La chispa divina que existe en nosotros y que sólo muy pocas veces se revela, aparece demasiado tarde. Cómo rebosa el corazón al poder consolar al inocente a quien se ha hecho tanto daño: “Adolescente que acabas de sufrir dolores crueles, ¿quién ha sido capaz de cometer en ti un crimen que no sé cómo calificar? ¡Desdichado de ti! ¡Cómo debes sufrir! Si lo supiera tu madre, no estaría ella más cerca de la muerte, tan detestada por los culpables, de cuanto lo estoy yo ahora. ¡Ay! ¿Qué son, entonces, el bien y el mal? ¿Son acaso la misma cosa que testimonia nuestra furibunda impotencia y el ardiente deseo de alcanzar el infinito por cualesquier medios, por insensatos que fueren? ¿O bien son dos cosas distintas? Sí… es mejor que sean la misma cosa… porque de no ser así, ¿qué me ocurrirá el día del Juicio Final? Adolescente, perdóname; éste que se encuentra frente a tu noble y sagrado rostro, es el mismo que acaba de quebrar tus huesos y desgarrar esa carne que cuelga de diversos sitios de tu cuerpo. ¿Es acaso un delirio de mi razón enferma, es acaso un instinto secreto que escapa al control de mis razonamientos, y similar al del águila que desgarra su presa, lo que me ha impulsado a cometer este crimen? ¡Y con todo yo he sufrido a la par de mi victima! Adolescente, perdóname. Cuando hayamos abandonado esta vida efímera, quiero que estemos estrechamente abrazados para toda la eternidad, que ambos formemos un único ser, tu boca íntimamente unida a la mía. Pero aún así mi castigo no será completo. Tendrás, además, que desgarrarme sin detenerte nunca, con los dientes y las uñas a la vez. Adornaré mi cuerpo con guirnaldas perfumadas para este holocausto expiatorio; y entonces sufriremos los dos, yo por ser desgarrado, tú por desgarrarme… con mi boca unida a la tuya. ¡Oh adolescente de cabellos rubios, de ojos tan dulces! ¿Harás ahora lo que te pido? Quiero que lo hagas a pesar tuyo, para que mi conciencia vuelva a ser feliz.” Después de hablar en estos términos, habrás hecho daño a un ser humano, pero al mismo tiempo serás amado por él: es la mayor dicha que pueda concebirse. Más adelante podrás internarlo en un hospital porque el lisiado no podrá ganarse la vida. Un día te llamarán magnánimo, y las coronas de laurel y las medallas de oro esparcidas sobre el gran sepulcro ocultarán tus pies descalzos al rostro del viejo. ¡Oh tú, cuyo nombre no quiero escribir en esta página que consagra la santidad del crimen!, me consta que tu perdón fue inmenso como el universo. En cuanto a mí, todavía existo.

Los Cantos de Maldoror – Canto primero – 6

ISIDORE DUCASSE – CONDE DE LAUTRÉAMONT


                                             Felicien Ropes - Le calvaire